sábado, 6 de octubre de 2012

Contrastes



Mientras suenan disparos en la lejanía, se escuchan las risas de los ebrios que apenas arriban a sus casas en la madrugada.

La ciudad inicia su despertar cotidiano (4:30 am) los trabajadores se alistan para desplazarse a sus lugares de labor, en tanto otros apenas regresan a sus moradas tras una noche de copas, llegan haciendo alharaca, riendo a carcajadas, perturbando el silencio momentáneo de las armas.

Y, de pronto, de improviso,  ¡cataplúm! estalla la atronadora música de un equipo de sonido (reggaetón) mientras el cielo es surcado por algún avión perdido cuyas turbinas opacan por momentos las atronadoras risas que suben de volumen por encima de la música.

“Que te ‘vayás’ perra que te están esperando” – risas – voces revueltas que no se distinguen las unas de las otras; alegría inconsciente aquí, muerte allá.

No dejan dormir, pero nadie se atreve a callarlos o a reclamar.

“Es mejor evitar problemas, esa gente está borracha – me dice – no se sabe como reaccionan”.

¿La Policía? ¡que miedo! – ellos son…

“Déjelos quietos que enseguida se duermen, no se haga matar por pendejadas”.

Pero no, ahora discuten, hablan de primos, se piden disculpas, se escuchan sus voces estentóreas…

De pronto, todo se calma, el silencio, bendito silencio… y de nuevo, en la lejanía, los disparos que ya son compañía cotidiana…

Ahora, en la cercanía, los trinos de los pájaros que saludan la mañana… ha iniciado un nuevo día.

2 comentarios:

  1. Un buen retrato de uno de los cotidianos atropellos contra la convivencia. Gracias Héctor.
    luisfo1951

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